lunes, mayo 21, 2007

Crónica etílica

Abro la puerta ebrio como se abren los labios
del destino para informarme de que aun vivo,
y al entrar me tambaleo agarrado a lo que veo
por lo evidente de que además de ciego, demente.

Subo las escaleras como se escalan las aceras
por sufrir las fracturas de beber para contener
el dique que guarda a oscuras un corazón
que se va a pique sin saber lo que es querer.

Sin buscar causas me sostienen consecuencias,
sin buscar ciencias me desviven mis vivencias,
sin buscar musas, tampoco me quejo si me usas.
Destapo una cama, vestida de sabanas planas
como mi electrocardiograma de cada mañana
que me encuentro sentado en el epicentro
perdido de algún seísmo que creció sin nido.

Me tumbo desnudo con cara de quien quiso y no pudo,
y me derrumbo pensando que cada vez que ando
de cada tres pasos dos siempre son despues el ocaso,
y el tercer tropezando entre los baches del amanecer.

Sin buscar causas me sostienen consecuencias,
sin buscar ciencias me desviven mis vivencias,
sin buscar musas, tampoco me quejo si me usas.


Os presento un video de la futura madre de mis niños, aunque ella aun no lo sabe.
La imagen del texto, por si a alguien le quedaba alguna duda a estas alturas de quien es el autor, me la han "emprestado" el gran Jerjes y sus gnomos. Gracias tio, te debo una. Por cierto, en nueve días seré libre.

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martes, mayo 15, 2007

Doce caprichos

Acuerdate
de que la cuesta de Enero me gusta
bien cargada y con tres hielos,
de que Febrero moja a ras de suelo
si sobrevuelo calles sin esquinas.

Acuerdate

de que el cierzo aprieta en Marzo
mientras me calzo botas sin suela,
de que Abril trae flores con espinas

para trinchar aves de cazuela.

Acuerdate
de la sonrisa clandestina de Mayo
propensa a los desmayos consentidos,
de que Junio no quiere compromisos
sin baile de roces distraidos.

Acuerdate
de que Julio tiene debilidad
por los romances de baño público,
de que los escotes de Agosto
son bicarbonato más acido sulfúrico.

Acuerdate
de que en el desierto de Septiembre
no hay quien siembre en compañía,
de que en Octubre todo se cubre
del color lúgubre de la apatía.

Acuerdate
del corazón de mimbre de Noviembre
que se partió de tanto doblarse
del pato en el lavabo de Diciembre
por el pavo de llorar sin despeinarse.

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