sábado, julio 29, 2006

Caos ordenado

Sopesando lo que soy sin pensar a dónde voy,
llegué a encontrarme con un camino que se habría en cientos,

llegué a cruzar la esquina donde da la vuelta el viento,

alquilé cuatro paredes complices de cuartos sin armario.

Y ahora que he encontrado lo que hacía tiempo me cansé de buscar, y ahora que me he encontrado dentro de los días en los que me escondía bajo la almohada por no saber cual era mi lugar, por no estorbar, ahora que se cruzarme en el camino de quienes merecen encontrar obstáculos por no ver más allá. Ahora se que me salí del camino en algún momento, para andar libre, por encima de corsés impuestos, por fuera de la corriente del futuro corriente, para hacer que otros se cuestionen las cuestiones que los mantuvieron entre dos arcenes sin mirar el paisaje, que descubran que el caos es más ordenado que el orden, y que el control es un sin control de mentes que no saben donde está el norte.


No me puedo sacar este tema de la cabeza desde que lo escuché.



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miércoles, julio 26, 2006

Contrabando de lluvia


Mil poros rezuman lamentos,
mil pelos buscan comprarle alegrías al tiempo,
diez dedos que buscan cobijo en un desierto
de manos con las palmas hacía el suelo.



Otros diez intentan tocar el fondo
de un pozo creyendo que en él se esconde el cielo,
dos brazos abrazan la caja de la desesperación,
que se estremece pensando en mañana,
que se rompe pensando en ayer.





Dos piernas corren en círculos

alrededor de las verdades que dijeron de mentira,
de las mentiras que no supieron ser verdades,
de cómo las edades se tiran a la ilusión,
y no la vuelven a llamar,
de cómo la esperanza esconde
la letra pequeña del contrato,
y te hace firmar con tinta que no se puede borrar,
dejando marcas en dos ojos
que solo saben gritar hacia adentro,
protestarle a la cara al dictador vestido de gris
por provocar la sequía en las tierras del rojo carmín,
enviar de contrabando lluvia salada
que riegue los suspiros de dos labios tensos
que guardan las puertas del reino del silencio.




Algunos lo conoceis ya,
los que no, aquí teneis un tema que os puede gustar.


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miércoles, julio 19, 2006

En mitad de la noche

Cuando me despierto en mitad de la noche no puedo evitar acordarme de que aun estoy dormido, me escondo debajo del colchón de la indiferencia hasta que pase el temporal, luego corro a la tienda de la esquina a comprar cuarto y mitad de orgullo, pero por el camino me atraca el desánimo y se lleva mi cartera con las fotos que hice a los sitios que nunca conoceré. Tengo que dejar de dormir siesta si no quiero quedarme sin un duro.


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viernes, julio 14, 2006

Patas de conejo

Hace calor, tengo calor, en la atmósfera asfixiante que separa una gota de sudor que corre por mi frente del poro del que emanó se esconden todas las chorradas que se me ocurre escribir a diario, que escribo a diario, que leo a diario y me parecen buenas, que borro a diario un rato después por darme cuenta de que son una mierda.

Detrás de los ojos tengo un cuchillo que se dedica a trinchar todo lo que entra por ellos, a destrozarlo, a despreciarlo, a reducirlo a nada. En la hoja queda gravada a fuego una palabra, “Relatividad”. Lo empuña un señor vestido de domingo con cara de payaso y guantes de hilo sin dedos; se ríe mientras descuartiza, mientras quita la forma a las cosas que deberían importarme, mientras quita sentido a la palabra “importante”.

Tiene cicatrices en la cara que el maquillaje no ha podido disimular, son tajos de su propia hoja, tajos de otros tiempos, cuando aun era un novato que apenas sabía ponerse la nariz de goma y disimular una enorme sonrisa pintada de rojo. Ha aprendido a no cortarse, es un maestro del despiece, incluso a veces, cuando se da cuenta de que alguien lo mira, hace malabares con tres patas de conejo que guarda en el bolsillo interior de su chaqueta. Y no lo hace por divertir, tampoco por entretener, él no es feliz haciendo reír; lo hace por distraer, mientras, con su tercera mano, la de saludar a la gente, clava el puñal por la espalda y esboza una sonrisa sincera; solo entonces es feliz, cuando le quita importancia a quien se siente especial, cuanto lo tiene a sus pies desangrándose, pidiendo clemencia, solo entonces es feliz, solo entonces puede reír a gusto mientras lo desmiembra hasta no quedar nada, hasta el momento de volver a sentirse vacío, el de volver a la acera de la gente ingenua a representar su función en busca de nuevas víctimas.

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lunes, julio 10, 2006

Aduanas relativas

El viento absorbe espacio en remolinos
por el sumidero de las preocupaciones
cotidianas, aduanas relativas,
cirujanas del destino, carcelero de mis acciones.

La relatividad que esconden los minutos,
entre los tabiques de tres cuartos,
donde duermen las horas en medias sin liguero
que sostenga el tiempo que no comparto.

Bajo la corteza del árbol de la rutina
fluye la sangre de cuatro días distraídos,
y no distingo el amanecer del segundo
en el horizonte, las gafas se me han caído.

La felicidad es un mimo vestido de madrugada
que pasa las tardes durmiendo, burlando,
cortándome el camino al cuento de hadas.


Un tema con sabor del sur, barriendo pá casa.

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martes, julio 04, 2006

Liando un ovillo


En las noches de mudanza,
entre dos medias lunas menguantes

que desnivelan la balanza

de los enfermos de locura galante.


En los días de guardar cama,

sin guardar la compostura,

cuando la resaca a la puerta llama

y la almohada se vuelve oscura.

Pienso mil veces y ninguna
en lo que se suponga que debería pensar.
Soy mil veces y ninguna
lo que esperas que sea cuando no estás.


Descosiéndome los pantalones,

liando ovillos de idas por venir,
desconfiando me salto los eslabones
que enlazan las cadenas del porvenir.


Gran tema, simpático video.



Imagen tomada de Mal de errores

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sábado, julio 01, 2006

Brasas


Anduve buscando entre mis dedos
los granos de arena que no regaste,
en aquellos días florecieron miedos
que tu no sembraste, te los llevaste.

El desgaste de los años secó la hoja
de tu espada, la de cortar malas hierbas,
la de atravesar tormentas, ya no inventas
cada día una armadura de Minerva.

Y ahora te encuentro vencida, abatida,
tan solo asistida por las brasas del fuego
con el que antaño incendiabas toda tu vida,
todo a tu paso, la aguerrida amante de Atila.

Remendaste demasiadas veces el escudo
hasta hacerlo impenetrable, inadaptable
a palabras de tramperos de ojo agudo,
embudo para lecciones, intenciones desechables.

Un tema nuevo con sabor añejo.

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