lunes, febrero 12, 2007

A mano

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lunes, febrero 05, 2007

Sabados por la tarde

Recuerdo cuando el sábado por la tarde era el mejor momento de la semana, no había que esperar hasta media tarde para salir a la calle, no había que aguantar en casa hasta que pasara la hora de la siesta para echar un partido, o para construirse un fuerte con las cajas de cartón que dejaban tiradas los tenderos del rastro de la mañana. A veces, si encontrabas entre los cartones una caja de madera y alguna red de fruta hacíamos una trampa para ratones con un palo atado a una cuerda, el cebo era el trozo de mortadela del bocata del que perdía a “pares y nones”; creo que nunca pillamos uno, pero eso era lo de menos; a los cinco minutos se te olvidaba porque a alguno se le ocurría correr al quiosco a comprar unos caramelos que habían traído nuevos que te saltaban las lagrimas de lo que picaban, comprábamos todos los que podíamos con los duros que reuniéramos y apostábamos a ver quien era capaz de comérselos todos de una vez. En aquella época el mayor logro era que el vecino te dejara su bici nueva, que tenía 18 cambios que duraban 5 minutos si no los tensabas a diario, echarte una carrera contra el mejor del barrio y ganarle; o tener valor para tirarte con el monopatín por la calle más empinada sin frenar; eras el rey del mundo, con un brazo roto, pero el rey. Más allá de los límites del barrio no había nada más que el colegio y casa de los primos, no necesitabas nada más, aquel era tu feudo, tu universo, y eras más feliz en él de lo que lo serás el resto de tu vida.


...

Tengo por costumbre no separarme de la herrumbre
que cubre las esquinas en las que fui vencido,
clavarle las uñas al latido de hadas anodinas
de las que avivan la lumbre del vivir mezquino.

Tengo por costumbre negociar tratos de favor
con el sabor de sabanas sudadas a media tarde,
llamarle cobarde al que vendió su valor
por un escudo roto menos pronto que tarde.
Tengo por costumbre automutilarme buscando
la llave que abre esta caja de pandora,
subirle la falda al aroma que desprende
el ave que solo aflora a tales deshoras.

Tengo por cumbre llegar a ser el más bajo
de los escarabajos que arrastran sus errores,
abonar las flores del fracaso a este paso
de liebre que no sabe de tortugas mejores.

...

Esto me recuerda a un tiempo que no he vivido y que no me gustaría volver a vivir:

...

Hago lo que puedo, se está acercando la fecha y cada vez tengo menos tiempo para dedicarle a esto, prometo actualizar siempre que pueda hasta que pase la fecha y vuelva todo a la normalidad.

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